jueves, 4 de agosto de 2011

Misión en Guayaki-cua


Nunca se pierde el tiempo y el trabajo, cuando se gastan por amor a Dios”, son las Palabras de Don Guanella que motivaron que, con alegría y entrega un grupo de seminaristas de la obra y algunos jóvenes del Movimiento Juvenil Guanelliano del Colegio de Areguá y de la Parroquia San Miguel Arcángel, misionaran en Caaguazú, específicamente, en las localidades de Maitei y Guayaki-cua en fecha 26, 27, 28, 29 y 30 de enero. El grupo de misioneros fue acompañado por el Padre Sebastián, quien realizó la Misa de envió, donde recibieron la bendición y la “cruz” misionera como signo.

Las actividades se desarrollaban de la siguiente forma: a la mañana se llevaba la Palabra de Dios a todas las personas de la zona, quienes muy cordialmente nos recibieron en sus casas y con entusiasmo compartían la Palabra y sus experiencias.

Mientras tanto, el Padre recorría los hogares, visitando a los enfermos y ancianos, llevándoles los sacramentos de la Reconciliación, la Comunión y la Unción de los enfermos. En la tarde la convocatoria era para los niños y jóvenes, quienes pasaban un buen momento con cánticos, rezos, dinámicas y reflexiones.

También, luego de empezar nuestro día encomendándonos al Señor, participábamos de un programa radial. Gracias a la radio de la localidad de Guayaki-cua (Fm 104.5), muchas personas se enteraban de las actividades de los misioneros y de las reflexiones y experiencias que acompañaban cada día.

Antes de la Santa Misa, que cada día se celebraba en preparación a la fiesta de San Blas, el Santo Patrono de la comunidad, la gente se acercaba a la Confesión para vivir plenamente la comunión con Dios.

Durante estos días, la gente de la comunidad nos hospedó con gran cordialidad, no solo nos abrieron las puertas de su casa y de su corazón, sino que con generosidad compartieron con nosotros lo que tenían para que nos encontremos a gusto.

Hemos experimentado como se cumple la promesa del Señor: “Hay más alegría en dar que en recibir”. Como grupo de misioneros y personalmente hemos regresado “enriquecidos” a nuestros hogares, porque hemos recibido mucho más de lo que creímos entregar. Descubrimos una comunidad que vive una fe simple pero profunda, que con confianza entrega a Dios su trabajo cotidiano y espera en su Providencia. Hemos ganado muchos hermanos y amigos a quienes nos mantenemos unidos en el recuerdo de la oración. ¡Gracias comunidades de Maitei y Guayaki-cua!

Alda María Rotela Flecha

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